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El dormitorio es la estancia principal de la casa destinada al descanso y la relajación, y es por ello que debemos acondicionarla correctamente, para conseguir ambientes agradables que nos ayuden a sentirnos cómodos e inviten a disfrutar de la tranquilidad. Existen muchas tendencias decorativas en las que podemos inspirarnos para lograr determinadas estéticas, pero para esta ocasión he elegido el estilo nórdico como referente que tan de moda está en los últimos tiempos.

La decoración nórdica suele representar espacios cálidos, gracias al uso de determinados materiales y tonalidades, confortables, con gran luminosidad, en los que se usan y distribuyen de forma estratégica diversos elementos que reflejan frescura y se percibe sutilmente dinamismo en el conjunto.

Los amplios ventanales son un factor fundamental en este tipo de decoraciones, ya que permiten la entrada de luz natural y reflejan la claridad en cualquier rincón. En los países escandinavos es un elemento clave, ya que las horas de sol son muy limitadas y les permiten aprovecharlas al máximo. Para potenciar dichas sensaciones, es preferible no usar persianas ni cortinas, y en caso de hacerlo es conveniente que se utilicen , para estas últimas, tejidos ligeros y en colores neutros que permitan tener cierta intimidad pero sin restar iluminación a la estancia.

 El mobiliario se caracteriza por sus diseños sencillos, de líneas rectas, donde la madera suele ser el material más utilizado, con el fin de aumentar la sensación de confort en este tipo de espacios. Se identifican por ser espacios desahogados, sin exceso de muebles y complementos, pero si perfectamente elegidos para conseguir ese aire confortable y chic que nos permite recrear en cualquier dormitorio. Los colores más utilizados son los blanco, por excelencia,  marrones y grises suaves, y los tonos madera claros como pueden ser el pino o el haya, que aportan una nota de color pero al mismo tiempo conservan un equilibrio cromático, sin contrastes notables.

En cuanto a los revestimientos de suelos, paredes y techos, no se varía mucho en el uso del color. Se decanta por tonos neutros o suaves como los empleados en el mobiliario, pero en ocasiones se arriesga utilizando maderas más oscuras, como wengué e incluso negro, con las que se consigue resaltar ciertas zonas, al mismo tiempo que recrea un contraste visual con el resto de componentes. Pero si estas variedades son muy intensas, también resultan muy atractivas la que simulan madera envejecida y jaspeada, integrándose más fácilmente en el ambiente.

A pesar de ello, los encargados de introducir pinceladas de color en estas atmósferas tan perseguidas son los textiles. La  diversidad en las  texturas y en el cromatismo enriquece cualquier espacio al mismo tiempo que lo dota de elegancia y calidez, personalizando y adaptando la habitación a nuestros hábitos y gustos. Para conseguir dicho efecto no pueden faltar alfombras, fundas nórdicas, mantas o cojines, colocados correctamente para lograr una estancia llena de confort y elegancia, disminuyendo la sensación de frialdad que en ocasiones transmiten los colores crudos.

Es un estilo que también se identifica por la mezcla de diferentes corriente decorativas, procedentes de diversas épocas, en las que se utilizan piezas vintage o retro pero guardando una misma línea con la estética principal. En estos casos, la variedad de formas y acabados es más variada, y el contraste entre los mismos es mayor.

Se trata de una tendencia fácil de conseguir, donde los ambientes que recrea transmiten armonía y equilibrio a partes iguales.

¿Qué os parece el estilo nórdico? ¿Os resultan espacios fríos o confortables?

Imágenes: Dlikatissen, Facilísimo, Decoesfera.

Feliz día.

Sonia.

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